jueves, agosto 25, 2005

A propósito del campo

Publicada en el diario Rumbo de México

A propósito de la Conferencia Continental de Productores Rurales (CCPR), promovida y organizada por la Confederación Nacional Campesina, existen dos conflictos fundamentales, aunados al problema de indefensión, olvido y marginación de los trabajadores del campo e indígenas por parte de los Estados nacionales en la mayor parte de los países de América Latina.
Por un lado los subsidios, que cuando los hay, van directamente al campesino y no a la producción, lo cual acrecienta la falta de iniciativa; por el otro está también la resistencia a cambiar de mentalidad.
Finalmente es mejor adoptar la enfermedad de la izquierda, de quejarse de todo lo que sucede en el entorno, como las políticas neoliberales o los tratados de libre comercio, pero poco hacen los propios campesinos --preferentemente sus líderes-- para mejorar el estado de cosas.
En México, por ejemplo, existen diversas formas de financiamiento al campo. El problema es que los campesinos tienen poco o prácticamente ningún conocimiento para hacer los trámites técnicos y poder bajar esos créditos. O, por el otro lado, se quedan con el financiamiento.
Veamos. Hay un programa general llamado Alianza para el Campo que tiene 27 subprogramas de apoyo para la producción. Tractores, por ejemplo. Dependiendo de la marginación de las zonas, tanto el Gobierno Federal como los estatales otorgan a los productores hasta el 70 por ciento del valor. El resto lo debe poner el productor.
Hay programas de apoyo a la pobreza, donde el gobierno hace subastas de mochilas de aspersión, de arados y otros implementos agrícolas a precios por debajo del costo. O si compran una vaca, el gobierno da otras.
El problema en el campo, se da particularmente en el sector social o entre los pequeños productores privados. Su escaso grado de organicidad económica les impide tener herramientas para acceder a los recursos, porque deben presentar un perfil de proyecto que requiere a veces de estudios de mercado, investigación de costos de materias primas, y este aspecto técnico es el que no ha acompañado el gobierno.
No hay capacitación ni acompañamiento a los productores y entonces resulta que los productores medianos y grandes, que tienen recursos y mayor organicidad, son los que pueden acceder a estos programas porque tienen la capacidad técnica para presentar proyectos, además del dinero para poner los recursos faltantes para completar el 100 por ciento, como en el caso del tractor.
A todo esto se suma la carencia de una banca de desarrollo en el campo, que les permita suplir su falta de liquidez.
Para reflejar el caso de falta de organicidad, hay un ejemplo. En México existen entre 4 y 6 millones de jornaleros agrícolas, cuatro de ellos sin tierra y dos con un pedacito, pero que deben trabajar en otro lugar para completar el sustento alimenticio. Hay tres sindicatos nacionales de jornaleros. Uno de la CTM, uno de la CNC y uno del Frente Auténtico del Trabajo, y entre los 3 apenas suman 60 mil afiliados, es decir el uno por ciento.
Y si a todo esto se suma la edad de los propietarios de la tierra, mayor a 65 años en la mayor parte del territorio, y su bajo nivel escolar les hace muy complejo el problema. Un hombre de 60 años, por ejemplo, no se mete al Internet. Además, en su gran mayoría son analfabetas por desuso.
Entonces se requiere de un gran acompañamiento de todos los sectores para solucionar el problema. Si del gobierno, pero también de las organizaciones campesinas y de los propios liderazgos, a fin de que no sólo utilicen a los campesinos como botín electoral o instrumento para sus fines personales.

renatoconsuegra@yahoo.com.mx

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