lunes, agosto 29, 2005

Cuestión de generosidad

Publicada en el diario Rumbo de México

A veces criticar al presidente Vicente Fox y su ejercicio de gobierno, prácticamente no tiene sentido.
Los resultados de su gestión se encuentran a la vista y los promocionales previos a su quinto Informe simplemente producen rechazo entre la gente pensante.
Por tal motivo, es justo hacer algunos apuntes que lo ayudarían a terminar su gestión con mayor decoro y en mejores condiciones de imagen.
Por ejemplo, Carlos Salinas legitimó su dudoso triunfo de 1988 con un claro éxito en las elecciones intermedias de 1991, para ganar el Congreso, realizar reformas constitucionales que hoy padecemos e imponer una forma de gobernar.
En cambio, Vicente Fox, con sus constantes errores echó por la borda la legitimidad de su victoria en 2000 y terminó por perder la posibilidad de darle gobernabilidad a su gestión al no conseguir su partido la mayoría en la Cámara de Diputados, que le hubieran permitido hacer las reformas constitucionales que le dieran un sello personal a su gobierno.
Hoy, más que nunca, con las elecciones a la vuelta de la esquina, Vicente Fox estará imposibilitado por el Congreso de llevar a efecto las reformas estructurales que pretende, porque los tres partidos políticos mayoritarios ya consideran que pueden alcanzar la Presidencia de la República en 2006 y no se van a prestar a buscar los consensos que les permitan allanar el camino para una permanencia del PAN.
Sin la mayoría legislativa de su partido se puede dar por hecho el de Fox como un sexenio perdido. Perdió la oportunidad de ser el conductor de la transición hacia la democracia.
De tal manera que si Vicente Fox quiere dejar huella y colaborar para que las condiciones del país mejoren, debe llegar a un acuerdo mínimo con todos los actores políticos, y trabajar para sentar las bases que permitan devolver la credibilidad de los ciudadanos hacia el quehacer de la política.
Así, esos políticos que hoy hablan de la necesidad de la participación ciudadana deben impulsar las reformas necesarias para que la gente vuelva a creer y, por ende, retome el camino de las urnas para decidir el destino del país y el suyo propio, y no dirija su rumbo hacia la violencia que se encuentra en el umbral.
Porque México necesita avanzar más allá de las reformas estructurales que han sido la obsesión de Ernesto Zedillo y Vicente Fox, con el fin de completar un ciclo iniciado por Carlos Salinas.
Dicen los mandatarios en turno que sólo así puede mejorar la economía del país, asunto que parece muy cuesta arriba porque subsistirán los vicios.
Son necesarias las reformas estructurales donde se modifiquen los preceptos constitucionales, sí, pero antes deben existir reformas institucionales que den certidumbre, certeza, seguridad y confianza de que la apertura no significará sólo abrir el cofre al pillaje como sucedió con las aperturas de Salinas y Zedillo. Reformas que den legitimidad y promuevan la certeza, además de evitar la parálisis en que actualmente se encuentra el país. Es decir, una reforma a fondo del Sistema Político Mexicano.
El país debe avanzar hacia ciertos cambios que son necesarios para construir una República Moderna y Democrática. Y Vicente Fox aún está a tiempo de ser generoso con México e invertir su escaso capital político que aún le queda, en conseguirlos.

renatoconsuegra@yahoo.com.mx

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