(2005-07-04)
Publicada en el diario Rumbo de México
Publicada en el diario Rumbo de México
Por Internet y en diferentes foros circulan documentos donde organismos de la llamada izquierda radical comienzan a tomar postura respecto de la candidatura de Andrés Manuel López Obrador.
No lo ven como un integrante de la izquierda, más bien como un arribista que se quiere vestir con un atuendo que no le queda. Y con él, varias organizaciones que buscan el poder a cambio de traicionar sus principios iniciales y sin preguntarse a costa de qué llegarán a él.
Un caso particular es el Frente Popular Francisco Villa, cuyas dos columnas en que se dividió mantienen posturas diametralmente opuestas.
El Frente Popular Francisco Villa se escindió en 1997. Por un lado se fueron los dos dirigentes que decidieron unirse al PRD para conseguir puestos de poder, financiamiento y protección jurídica a fin de crecer como organización e “intentar realizar el cambio desde dentro” y, por el otro, continuó la gran mayoría de los que iniciaron el esfuerzo en 1988, tras el desalojo en Lomas del Seminario.
Alejandro López Villanueva, conocido como El Grandote, y su hermano Adolfo se incorporaron a la campaña de Cuauhtémoc Cárdenas, mientras la otra facción que decidió mantenerse apartidista, se enfrentaba al gobierno de la ciudad y a los políticos, incluidos los del PRD, por la detención en 1996 de su líder Elí Aguilar.
Así se conformaron el Frente Popular Francisco Villa perredista, del que también pasó a formar parte de la cúpula por lazos de consanguinidad el hoy diputado José Jiménez Magaña (cuñado de Alejandro y Adolfo López Villanueva) con sus taxistas piratas llamados Panteras, y el Frente Popular Francisco Villa Independiente, que añadió la última palabra cuando los factores mediáticos asociados con los escindidos comenzaron a confundirlos.
Los primeros no sólo traicionaron los principios por los cuales se formó la organización, que fueron los del poder popular y el rechazo a los partidos políticos, sino que ahora, a la vez de encontrarse desmovilizados por su cercanía con el gobierno del Distrito Federal y a la espera de ser beneficiados por actos de gobierno, apoyarán a quien mandó golpearlos en diversas ocasiones en el sexenio salinista: Marcelo Ebrard.
Los independientes, en cambio, han mantenido su propuesta crítica al poder político actual. Del de Andrés Manuel López Obrador, se expresan como un gobierno de corte neoliberal, porque está claro que el Segundo Piso no beneficia a la gente de Iztapalapa y Tláhuac u otras zonas proletarias, sino a las de mayor capacidad económica; lo mismo que abre una calle para el hospital ABC “donde nunca vamos a poder llegar nosotros” y recibe financiamiento del Banco Mundial para construir el Metrobús.
Los Panchos Villa Independientes también afirman que en el caso del gobernante capitalino no hay tal compromiso de izquierda porque no va a cambiar las estructuras de gobierno existentes, como tampoco habrá una modificación radical al sistema político. Por lo tanto no hay alternativa, López Obrador quiere quedar bien con todos. Y no es quien plantea ser.
El del FPFVI es un ejemplo de que el llamado del EZLN a construir una alternativa de izquierda para México, a fin de lograr la destrucción neoliberal y la construcción de una nueva constitución ha comenzado a tener receptores, aunque muchas de estas organizaciones de izquierda radical no entiendan completamente cuál es la propuesta zapatista, cuando el llamado hecho la semana pasada habla de “ir más lejos de los calendarios electorales; no a tratar de resolver desde arriba los problemas de nuestra Nación, sino a construir desde abajo y por abajo”.
renatoconsuegra@yahoo.com.mx
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