viernes, junio 03, 2005

Que nadie se llame a engaño

(2005-06-03)
Publicado en el diario Rumbo de México

Obsesionado con las encuestas, en los últimos días Andrés Manuel López Obrador está más atento a las mediciones geodemográficas, que a los sucesos en la ciudad, donde la violencia se acrecienta cada día.
Con esto también queda clara la utilización del Gobierno del Distrito Federal y sus recursos como trampolín político. Igualmente notoria es la exaltación de encuestas en plan de vacuna, para en caso de no ser favorecido por los electores, alegar fraude y tener una excusa medianamente válida para sacar a la gente a las calles.
Sin embargo, es sumamente importante analizar otros aspectos de la adelantada carrera presidencial que, sin duda jugarán en el resultado final, con el fin de evitar el espejismo y no llamar a nadie a engaño. Así, un resultado como el que hoy se predice, sería verdaderamente una sorpresa.
El primer aspecto a observar es que hasta ayer López Obrador cabalgaba solo por la pista de carreras. Pero, qué ocurrirá cuando se encuentren en el Hipódromo todos los corredores y entonces la gente mire las posibilidades de cada uno de ellos.
Los apostadores no verán únicamente la calidad en su monta, sino también el porte de los caballos, el historial de carreras, la ascendencia y cuadra a la cual pertenecen.
De esta forma, el segundo aspecto tiene que ver con el llamado voto duro de los partidos políticos.
Precisamente una de las encuestas que jubiloso mostró López Obrador el lunes, publicada por el diario Reforma, coloca al PRD con 23 por ciento de preferencias, mientras el futuro candidato tiene 36 por ciento. Se acentúa en este renglón la diferencia entre el porcentaje de simpatizantes del aspirante y el voto duro del partido; por lo tanto, la primera cifra podría variar considerablemente.
El PRI mantiene equilibrio entre la preferencia por el precandidato más aventajado, Roberto Madrazo, y el voto por el partido, ambos en 25 por ciento, que reflejan una imagen de solidez entre ambos factores. Aquí falta sumar la segura adhesión del PVEM.
Y en el caso del PAN, el voto por Santiago Creel es de 24 por ciento contra 21 por ciento para el partido político; es decir, una diferencia mínima entre la simpatía por el precandidato y el respaldo electoral.
Un tercer elemento a considerar son las tendencias. Desde enero de 2001 y hasta diciembre de 2004, hubo 46 procesos electorales locales, donde alrededor de 45 por ciento de los votos fueron para el PRI, 29 por ciento para el PAN y 19 por ciento para el PRD.
Este año el PRD ganó Guerrero y conservó Baja California Sur, en tanto el PRI mantuvo las gubernaturas en Quintana Roo e Hidalgo. Las tendencias para las elecciones por venir en Coahuila y el Estado de México favorecen al PRI, mientras en Nayarit se inclinan hacia el PAN.
Y un cuarto factor es la estructura nacional y militancia activa. En este caso los únicos que cubren estos parámetros son el PRI y el PAN, mientras el PRD carece de estructura en 22 estados donde su tendencia electoral es de 10 por ciento.
El PRD deberá incrementar su votación en 400 por ciento para alcanzar alrededor de 16 millones de votos (obtuvo 4.5 millones en 2003) en tres años y las tendencias no le ayudan.
Con este panorama, un resultado en su favor sería tremenda sorpresa.

renatoconsuegra@yahoo.com.mx

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