viernes, junio 17, 2005

Confesiones a manera de testamento

(2005-06-17)
Publicada en el diario Rumbo de México

En su libro Confesiones a manera de testamento (Editorial Océano), Mario Ruiz Massieu calificó a Ernesto Zedillo de esta forma: “Siempre me ha recordado en sus odios, rencores y venganzas al presidente (Gustavo) Díaz Ordaz en los peores momentos del 68, aunque con una formación diferente, circunstancias diversas y una concepción distinta de las cosas”.
Tras haber sido a lo largo del sexenio anterior, el único atrevido en contrariar la tesis de la PGR para acusar a Raúl Salinas de la muerte de su hermano José Francisco, afirmó, una y otra vez, no haber encontrado evidencias en contra del hermano incómodo cuando la investigación estuvo en sus manos.
Y culpó a Ernesto Zedillo de fraguar una venganza contra los Salinas y contra él mismo por no aliársele, decisión que lo puso en una situación por demás incómoda por la persecución y el acorralamiento sufrido, que habrían terminado con su suicidio el 15 de septiembre de 1999, en Newark, Nueva Jersey.
El texto publicado a más de un año del escasamente aclarado suicidio del ex subprocurador General de la República, es un escrito en el que quizá también buscó expiar algunas culpas y lavar su imagen.
Pero dio elementos o estuvo en la línea de los alegatos que habrían sido la base para el amparo directo 306/2004, que permitió la libertad de Salinas de Gortari, de acuerdo con la decisión del Segundo Tribunal Colegiado en Materia Penal, la semana anterior.
Sobre la estrategia de las investigaciones, filtraciones y demás irregularidades culpó a Fernando Antonio Lozano Gracia, Pablo Chapa Bezanilla y “los hijos de Carpizo (Jorge Madrazo Cuéllar y José Luis Ramos Rivera, entre otros)”, pues su táctica era “presionar al juez que dictará la resolución (Ricardo Ojeda Bohórquez); engañar y confundir a la opinión pública”.
Esos “hijos de Carpizo”, dijo, “son la prueba más clara de un gobierno que actúa de mala fe y con el ánimo permanente de esconder la verdad”, y ellos, junto con sus antecesores más inmediatos, “han logrado —mediante el proceso más sucio de la historia— que nadie sepa lo que realmente ocurrió en el homicidio de mi hermano”.
Añadió que el entonces presidente Ernesto Zedillo dio la consigna de dictar el fallo de culpabilidad de Raúl Salinas, a la vez que desde el inicio de su sexenio protegió a María de los Ángeles Moreno e Ignacio Pichardo Pagaza con cargos en el PRI y el gabinete; hizo una Suprema Corte de Justicia a su medida; con el Consejo de la Judicatura pudo controlar y manejar a los jueces; toleró las arbitrariedades cometidas por el Ministerio Público Federal; estimuló el linchamiento contra los Salinas; procuró el ascenso a magistrado del juez Ojeda Bohórquez (quien sentenció a Salinas de Gortari a 50 años de prisión)”.
En el apartado del libro, llamado Diario del Cautiverio, Ruiz Massieu escribió el 22 de marzo de 1999 que leyó en la prensa una frase de Miguel Montes, quien dijo “si hubiera investigado en serio (el crimen de Luis Donaldo Colosio, del que fue el primer fiscal especial) estaría muerto”.
Escribió Ruiz Massieu al respecto: “Y pensé, yo si me decidí ha hacerlo y estoy muerto en vida. No te equivocaste, Miguel, Aunque no cumpliste contigo mismo, estás vivo. Yo quise ser diferente, claro, era mi hermano, y ellos, los poderosos, el sistema político, el PRI-Gobierno, me asesinaron frente a una sociedad indiferente, o peor aún, ante quienes vieron con deleite cómo era destruido”.

renatoconsuegra@yahoo.com.mx

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