(2005-06-27)
Publicada en el diario Rumbo de México
Publicada en el diario Rumbo de México
El subcomandante Marcos reapareció la semana anterior con cinco comunicados, donde lo sobresaliente fue el símil que hizo entre Andrés Manuel López Obrador y Carlos Salinas.
Esta especie de deslinde zapatista respecto de López Obrador, cuatro meses después de manifestarse en contra del desafuero, provocó que miles de seguidores del Jefe de Gobierno capitalino se rasgaran las vestiduras e incluso lo calificaran de ingrato.
Pero a la distancia, lo que hizo Marcos se parece más a una campaña a favor del gobernante capitalino que en su contra. Una campaña que, como en febrero, no fue para los oídos nacionales, sino internacionales, cuando dio a conocer el asunto del desafuero fuera de nuestras fronteras.
Tras aquel escrito de Marcos, los diarios internacionales, incluidos el The New York Times y el The Washington Post, escribieron a favor de la causa del tabasqueño.
Ahora, frente a los avisos de la inteligencia nacional por la llegada de armas procedentes de Venezuela a través de la frontera sur, la violencia en la frontera norte y la apreciación que se hace de López Obrador como un personaje no sólo parecido a Hugo Chávez, sino cercano en relaciones con la Cuba de Fidel Castro, el mensaje para el gobierno de los Estados Unidos y el gran capital es que sus intereses estarán seguros en el caso de que el tabasqueño llegara a la presidencia de la República.
De esta forma, Marcos niega la visión que tienen los analistas, incluidos los estadounidenses¸ de que en el caso de ser el próximo presidente haría una alianza con Lula y con otros gobiernos latinoamericanos que son más o menos de izquierda, y que quizá tomará su distancia de George Bush.
Por el contrario. Les dice que el programa presidencial de López Obrador es de "estabilidad macroeconómica". Es decir, "ganancias crecientes para los ricos, miseria y despojos crecientes para los desposeídos, y un orden que controle el descontento de estos últimos".
Recuerda que en el gobierno del DF, hay ahí el germen de un autoritarismo y un proyecto personal transexenal, y que la imagen de Carlos Salinas de Gortari construida por López Obrador es, en realidad, un espejo. Es decir, que su programa no sólo es cercano sino la continuación de aquel del "liberalismo social" del salinismo.
Es más, es claro cuando dice que frente a López Obrador no estamos enfrente de un líder nostálgico del pasado nacionalista revolucionario, sino de alguien con un proyecto muy claro de presente y de futuro.
Y, contra lo que piensan algunos, Marcos describe que López Obrador no ofrece volver al pasado populista que tanto aterra al poder económico. Por el contrario, oferta una mediación y una administración "modernas". En otras palabras, terminar lo que dejó pendiente Salinas de Gortari.
Así como el actual culto a López Obrador, el culto al zapatismo y a Marcos no permite pensar, siquiera, en la posibilidad de que los escritos últimos hayan sido parte de una alianza Marcos-López Obrador.
Mucho menos cuando en su comunicado del 21 de junio prácticamente se despide para decir al exterior que el siguiente gobernante no tendrá, ya, el foco de inestabilidad que significa su presencia en Chiapas, cuando afirma: “He dicho, al inicio de esta carta, que no era una despedida. Bueno, pues resulta que para algunos sí lo es. Aunque para otros será lo que es en realidad, es decir, una promesa...”
¿Acaso no fue una buena oportunidad para que Marcos saliera a la defensa del candidato de su amigo Manuel Camacho?
renatoconsuegra@yahoo.com.mx
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