viernes, noviembre 25, 2005

¿Se le puede creer?

Ni duda cabe que el pasado de los precandidatos cuenta, y esa carrera de vida que todos les conocemos inspirará simpatías, respeto o rechazo cuando se presenten con los diversos sectores de la sociedad. El cuándo, cómo, dónde y qué hicieron o dejaron de hacer, los beneficiará o les costará en las intenciones de voto.
De tal forma que el pasado inmediato de los candidatos presidenciales será toral a la hora que los distintos sectores tomen la decisión de apoyar a un candidato.
Lo anterior fue más que notorio el martes. La cercanía del PAN con los hombres del dinero pudo ser un elemento muy importante. En la pasarela organizada por la Bolsa Mexicana de Valores, Felipe Calderón fue quien mayores simpatías generó; Roberto Madrazo fue escuchado con respeto, pero también con gran incredulidad; en tanto, Andrés Manuel López Obrador no asistió, quizá temeroso por las probables muestras rechazo.
El anterior panorama será distinto de acuerdo con el público. Si se lleva a los mismos candidatos a una reunión con trabajadores de la Central de Abastos o de solicitantes de vivienda, las simpatías irían con López Obrador y abuchearían a Calderón.
Pero, sobre todo, llama mucho la atención el fenómeno Madrazo. Su presencia y discurso generan respeto.
Tiene una excepcional habilidad para sobreponerse a prácticamente todo tipo de público, habilidad que hemos escuchado, sólo perdió al enfrentarse a Elba Esther Gordillo en el debate radiofónico a que lo obligó la lideresa, en el noticiario de Joaquín López Dóriga.
Hábil para evadir temas que le pueden resultar riesgosos, el martes con los casabolseros respondió que el Fobaproa se politizó y propuso que el tema se cierre porque ha impedido avanzar en el desarrollo nacional. Es decir, darle carpetazo, esté como esté, pero ya.
Dice la crónica de Víctor Chávez en El Financiero que “entre murmullos, risas y expresiones de ironía, Madrazo mantuvo duro se semblante y continuó su respuesta”.
Pero no sólo eso, sino que como todo un animador en un centro de espectáculos, aprovechó que el micrófono del estrado falló, para tomar el inalámbrico y “con su exposición recorrió por el estrado. Incluso, como maestro ante sus alumnos, se bajó al área del público y caminó entre las sillas” por donde paseó “su habilidad y astucia política”.
Cuando terminó su exposición, más de uno recuperó la frase con que le hacen contrapropaganda: “¿Tú le crees a Madrazo? Yo tampoco”, pero lo escucharon con atención.
Me recordó cuando el 21 de octubre en la Fundación Sebastián, ante más de 300 intelectuales convocados por el escultor chihuahuense, Madrazo hizo una disección del país. De su problemática, de sus riquezas, de sus carencias, de los cómo podría generarse empleo, seguridad, competitividad frente a la globalización y una mejor convivencia entre los mexicanos, con un mejor estado de Derecho.
Su habilidad como orador desde que era estudiante de secundaria y la cadencia con la que maneja su discurso sedujo a decenas de los comensales, como seguramente sedujo a Elba Esther Gordillo.
El auditorio de aquel viernes escuchó atento cada frase en tanto el candidato del PRI se dirigía a cada uno de los sectores y les exponía lo que ellos querían decir. Pero, ¿a fuer de escucharlo mentir una y otra vez, se puede creer a este hombre tan enterado del país?

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