lunes, noviembre 28, 2005

Reversa

Publicada en el diario Rumbo de México
Finalmente Andrés Manuel López Obrador firmó la alianza con el PT, coalición a la que se resistió durante mucho tiempo.
¿Qué observó en el ambiente electoral que lo motivó a aliarse con un partido al que siempre despreció?
Las encuestas.
Aunque públicamente ahora las desprecia, tiene respeto a este tipo de mediciones.
Pero también quiere decir, en abono del precandidato del PRD, que la soberbia tiene límites. Y sólo quienes están dispuestos a ser ganadores, saben medir sus posibilidades.
Mirar que la mayoría de los encuestadores —muy diferentes a las exploraciones que manda hacer a su todavía equipo en el GDF— lo ubicaron a la baja en la preferencia de los probables votantes, lo hizo meter reversa y atrapar por lo menos a uno de los partidos chicos y su porcentaje, también pequeño, de votos, que podrían ser definitivos para la definición presidencial.
Y no porque el PT constituya un caudal considerable de votantes.
Pero con el PVEM y su alrededor de 6 por ciento probablemente del lado del PRI —recordemos que el 19 de noviembre estos dos partidos firmaron alianza en el Estado de México—, sumado al 3 por ciento del PT, habrían constituido una cifra que se acerca al 39 por ciento.
Es el mismo porcentaje en el que hoy se encontraría López Obrador si mantiene la tendencia, con la suma del PT.
Aunque de sobra está decirlo, el PVEM y Convergencia tampoco han definido a quién le venden más caro su amor, porque el pasado 22, Manuel Espino afirmó que estaban en conversaciones para firmar una alianza tanto con el PVEM como con el PT, y el viernes Dante Delgado expresó que Convergencia negocia con el PAN y el PRD.
Pero una cosa si es segura: que los partidos chicos —salvo Nueva Alianza y Alternativa Socialdemócrata y Campesina, que no pueden ir en coalición en estos comicios por ser de reciente creación— serán factor de poder y de gobierno.
En el caso de que Convergencia se una al PRD, sumaría una ventaja tal vez inalcanzable si las condiciones se mantienen como hasta el momento a favor de López Obrador, sobre el 42 por ciento.
Pero si finalmente el partido de los González se inclina por el PAN, llevaría a Felipe Calderón también a una cifra muy cercana al 35 por ciento, motivo por el cual Convergencia se convierte en una novia bonita para cualquiera de los dos partidos que pretenden unir sus destinos con este partido para el 2006, pues a ambos los metería totalmente en la pelea por la casa de Los Pinos.
Y vemos ahora cómo estos partiditos supieron armar bien su estrategia, dos de ellos de esperar a definirse hasta el final, mientras el otro a gastar cerca de 200 millones de pesos para ubicar a su candidato en el ánimo de la gente para poder venderse más caro.
Pero volvamos al principio para observar que López Obrador, quien soberbio, había despreciado a dos partidos y recientemente a las encuestas, ahora ha tenido que recomponer su estrategia porque su panorama electoral, a diferencia de lo que dicen sus promotores, se le complica. Es decir, supo echar reversa a tiempo, ahora, por lo menos.

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