jueves, noviembre 24, 2005

Dos vidas por una candidatura

A un año de distancia existen muchas certezas, pero pocas respuestas claras por parte de las autoridades, para ayudar a la opinión pública a conocer lo sucedido minuto a minuto en Tláhuac, pero sobre todo, para dar con los verdaderos culpables y castigarlos
Porque San Juan Ixtayopan no estuvo tan lejos que la Policía Preventiva local y la Federal no pudieran llegar en dos horas para rescatar ilesos a los policías Edgar Moreno Nolasco, Víctor Mireles Barrera y Cristóbal Bonilla Martín.
Tampoco sus calles son tan angostas ni sus características físicas son un obstáculo, cuando las corporaciones policiales tienen equipos de élite tanto por aire como motorizados.
De acuerdo con las investigaciones realizadas a lo largo de un año, tampoco la multitud era de 2 mil personas como afirmaron Marcelo Ebrard y Gabriel Regino en su momento, sino alrededor de 500 y las que participaron en el linchamiento no más de 30 que, como dicen los vecinos del lugar, pudieron ser repelidos.
La Policía Preventiva del gobierno capitalino estuvo a sólo unas calles del lugar a la espera de la orden para actuar, orden que nunca llegó. El subsecretario Gabriel Regino, a través del walkie talkie, sólo dio las siguientes instrucciones a los policías en los momentos en que linchaban y quemaban a los federales preventivos: "R-11, R-11", que en lenguaje policial significa "ESTADO DE ALERTA. NO SE MUEVAN".
Hoy, afirma el Secretario de Seguridad Pública federal, Eduardo Medina-Mora, las pruebas indican que “los hechos y las evidencias actuales se refieren estrictamente a narcomenudeo porque esa es la evidencia concreta que fue encontrada por la AFI cuando hicieron el cateo con base en una orden de un juez federal”.
A un año del incidente se comprueba lo que algunos medios serios dijeron en su momento: que se fabricaron culpables para tratar de calmar las críticas que en ese momento se realizaron para las secretarías encargadas de la seguridad pública, tanto local como federal. Hoy están saliendo libres.
Pero, sobre todo, la mayor certeza es que como ya fue dicho por este escribidor en su momento, arriba, en el helicóptero, Marcelo Ebrard pensó mucho para actuar y calculó las consecuencias; midió el peso de sus decisiones y se quedó con la orden en los labios.
Aquella noche pensó que haber dado la orden de entrar con gases lacrimógenos y un grupo comando para salvar de la turba a los tres policías, le hubiera costado no sólo el enfrentamiento y varios lesionados, sino formarse una imagen de represor y eso no hubiera sido políticamente sano para los pobladores de aquel lugar gobernado por perredistas, para la decisión que los perredistas tomarán el 4 de diciembre cuando definan quién será su candidato a Jefe de Gobierno de la capital.
Así las cosas, en ese momento tuvo mayor peso su futuro político que su presente como funcionario. Seguramente pensó, tres vidas -que finalmente fueron dos-, bien valen una candidatura por el gobierno de la ciudad.
Y en el país de las simulaciones, nuestro México, no se castiga la negligencia, mucho menos la incapacidad o la omisión de los funcionarios, que como Ebrard, ahora quieren gobernar la ciudad a pesar de no haber podido proteger la vida de tres policías.
O, como ya se ha dicho aquí, sólo dejó correr las cosas para deshacerse así de aquellos policías federales que protegían a una banda de narcomenudistas enemiga de la que protegen los policías capitalinos.

renatoconsuegra@yahoo.com.mx

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