La denuncia del diputado panista Miguel Ángel Toscano en contra de nueve legisladores y ex legisladores es apenas una pequeña luz en el túnel de la corrupción que campea entre aquellos que dicen ser representantes de los ciudadanos en el Congreso de la Unión, pero que representan intereses totalmente ajenos: los propios o los de grandes empresas.
Esto no es nuevo. Todos los días acuden a las instalaciones del Palacio Legislativo de San Lázaro, a las del Caballito y, ahora también, a las del edificio Azul, decenas de lobbistas o cabilderos. Hombres de finos modales, vastos en pulcritud y buen hablar. Encantadores, se diría. Y mujeres también, guapas, de refinados gustos y ropajes, pero, sobre todo, sagaces, astutas, diestras en las relaciones públicas.
Reciben contratos de miles de dólares de las empresas que representan, para conseguir precisamente aquello que tanto necesitan sus empleadores, para que avancen o se detengan en el Congreso de la Unión.
Ayer Toscano dio a conocer los nombres de sus compañeros Francisco Valdés de Anda y Felipe Puelles Espina, además del ex subsecretario de Gobernación y ex enlace legislativo, Humberto Aguilar Coronado.
También los de los priístas Luis Antonio Ramírez Pineda, Jorge Uscanga Escobar, Irma Guadalupe Moreno Ovalles, Raúl Mejía González, Hilaria Domínguez y el ex senador Marco Antonio Fernández Rodríguez.
Pero no son los únicos casos. A lo largo de cada legislatura, hay hombres y mujeres que se dejan “seducir”. Algunos lo hacen por casi nada, como probablemente habría sucedido con los recién balconeados. Dice Toscano que fueron a Inglaterra, Hungría y Sao Paulo, invitados por la empresa British American Tobacco como espectadores a las carreras de la escudería de competición en Fórmula Uno, BAR.
Con qué más regresaron de aquellos presuntos viajes, no se sabe. Pero el caso es que meses después actuaron a favor de las compañías tabacaleras para impedir alzas en el impuesto al tabaco.
En mayo de 2002, el senador panista Javier Corral Jurado dio a conocer presuntas pruebas de la estrecha relación del entonces presidente de la Comisión de Comunicaciones de la Cámara de Diputados, Jesús Orozco Alfaro, con la empresa Telmex de Carlos Slim, y de la relación del legislador colimense con el director general de la empresa, Jaime Chico Pardo.
Integrantes Corral Jurado como Orozco Alfaro de la Conferencia Parlamentaria de Telecomunicaciones, pronto ambos comenzaron a cuestionarse de servir a distintos intereses por el conflicto de la interconexión. Teléfonos de México peleó que las empresas transnacionales que ingresaron al mercado nacional a principios del milenio le pagaran por las redes que ya tenía tendidas.
De hecho, era una pelea que el hoy secretario de Hacienda, Francisco Gil Díaz, dio desde que fue director general de Avantel, antes de entrar al gabinete de Vicente Fox.
Así, Orozco Alfaro, quien habría recibido computadoras usadas de la telefónica para su trabajo de gestión política en Colima, según Corral, se burló del "trabajo colectivo de esta Conferencia", toda vez que presentó una iniciativa en la materia de telecomunicaciones, pasando por encima del esfuerzo de 14 meses por lograr un proyecto legislativo consensuado.
Y de esa forma, la nueva ley quedó solamente en un proyecto.
Meses después, Orozco Alfaro se presentó como candidato al gobierno de Colima por los colores del PRD, al que se unió con su paisana Socorro Díaz, cuando la relación entre Carlos Slim y el gobernante de la ciudad de México era de lo más estrecha.
renatoconsuegra@yahoo.com.mx
Esto no es nuevo. Todos los días acuden a las instalaciones del Palacio Legislativo de San Lázaro, a las del Caballito y, ahora también, a las del edificio Azul, decenas de lobbistas o cabilderos. Hombres de finos modales, vastos en pulcritud y buen hablar. Encantadores, se diría. Y mujeres también, guapas, de refinados gustos y ropajes, pero, sobre todo, sagaces, astutas, diestras en las relaciones públicas.
Reciben contratos de miles de dólares de las empresas que representan, para conseguir precisamente aquello que tanto necesitan sus empleadores, para que avancen o se detengan en el Congreso de la Unión.
Ayer Toscano dio a conocer los nombres de sus compañeros Francisco Valdés de Anda y Felipe Puelles Espina, además del ex subsecretario de Gobernación y ex enlace legislativo, Humberto Aguilar Coronado.
También los de los priístas Luis Antonio Ramírez Pineda, Jorge Uscanga Escobar, Irma Guadalupe Moreno Ovalles, Raúl Mejía González, Hilaria Domínguez y el ex senador Marco Antonio Fernández Rodríguez.
Pero no son los únicos casos. A lo largo de cada legislatura, hay hombres y mujeres que se dejan “seducir”. Algunos lo hacen por casi nada, como probablemente habría sucedido con los recién balconeados. Dice Toscano que fueron a Inglaterra, Hungría y Sao Paulo, invitados por la empresa British American Tobacco como espectadores a las carreras de la escudería de competición en Fórmula Uno, BAR.
Con qué más regresaron de aquellos presuntos viajes, no se sabe. Pero el caso es que meses después actuaron a favor de las compañías tabacaleras para impedir alzas en el impuesto al tabaco.
En mayo de 2002, el senador panista Javier Corral Jurado dio a conocer presuntas pruebas de la estrecha relación del entonces presidente de la Comisión de Comunicaciones de la Cámara de Diputados, Jesús Orozco Alfaro, con la empresa Telmex de Carlos Slim, y de la relación del legislador colimense con el director general de la empresa, Jaime Chico Pardo.
Integrantes Corral Jurado como Orozco Alfaro de la Conferencia Parlamentaria de Telecomunicaciones, pronto ambos comenzaron a cuestionarse de servir a distintos intereses por el conflicto de la interconexión. Teléfonos de México peleó que las empresas transnacionales que ingresaron al mercado nacional a principios del milenio le pagaran por las redes que ya tenía tendidas.
De hecho, era una pelea que el hoy secretario de Hacienda, Francisco Gil Díaz, dio desde que fue director general de Avantel, antes de entrar al gabinete de Vicente Fox.
Así, Orozco Alfaro, quien habría recibido computadoras usadas de la telefónica para su trabajo de gestión política en Colima, según Corral, se burló del "trabajo colectivo de esta Conferencia", toda vez que presentó una iniciativa en la materia de telecomunicaciones, pasando por encima del esfuerzo de 14 meses por lograr un proyecto legislativo consensuado.
Y de esa forma, la nueva ley quedó solamente en un proyecto.
Meses después, Orozco Alfaro se presentó como candidato al gobierno de Colima por los colores del PRD, al que se unió con su paisana Socorro Díaz, cuando la relación entre Carlos Slim y el gobernante de la ciudad de México era de lo más estrecha.
renatoconsuegra@yahoo.com.mx