jueves, febrero 09, 2006

Fácil prometer

Publicado en el diario Rumbo de México

Ayer, el candidato a la Presidencia de la República por la coalición Por el Bien de Todos, Andrés Manuel López Obrador, se comprometió a construir un nuevo aeropuerto internacional en Tizayuca, el cual estaría conectado a la ciudad de México por medio de un tren rápido.
Resulta fácil prometer y llevar a efecto proyectos, cuando éstos ya se encuentran encaminados y prácticamente listos para ser puestos en marcha. Tal es el caso de ese aeropuerto que probablemente llevará el nombre de Javier Rojo Gómez.
Quiero recordar en este espacio que desde julio de 2004 la paraestatal Compañía Aeroportuaria Hidalguense, ya tenía compradas el 98% de las mil 600 hectáreas del polígono donde se asentará la terminal aérea y le pararon para dejar el resto una vez aprobado definitivamente el proyecto.
El lugar está ubicado entre Zapotlán de Juárez, Téllez, Tizayuca y otras comunidades, con dos finalidades, a decir de personas cercanas al anteproyecto: La primera de ellas es de previsión, con el fin de regular el crecimiento del Valle Pachuca-Tizayuca, frente al desbordamiento previsto por la expulsión de grandes y medianas industrias de los municipios mexiquenses de Naucalpan y Tlalnepantla, principalmente.
La idea del plan es enfatizar la separación entre la mancha urbana de la Ciudad de México y la de la zona metropolitana de Pachuca, para evitar su absorción de forma desordenada como ha sucedido con algunos municipios conurbados y áreas metropolitanas de capitales cercanas, altamente vulnerables por sus condiciones adecuadas para la expansión urbana.
Aparejada con ésta intención, viene la segunda finalidad para la construcción del Aeropuerto en la zona Zapotlán de Juárez-Tizayuca, que es convertirlo en un proyecto ancla, a través de planes de desarrollo regional y municipal, que permitan el establecimiento de una zona industrial, con una alta capacidad de generación de empleos y un crecimiento ordenado de desarrollo sustentable en variados aspectos, como son la protección ecológica, la estructuración urbana, la producción agrícola e industrial, así como la creación de una mayor y mejor infraestructura carretera y ferroviaria.
Además de que a largo plazo este aeropuerto se puede convertir en un punto natural de distribución de carga para toda la zona central del país, ya que muy cerca, a unos kilómetros solamente, estará el entronque de la proyectada autopista que unirá a los puertos de Tuxpan en el Golfo de México y Manzanillo en el Pacífico.
En aquellos días estaban en marcha los trabajos de modernización del tramo Colonias-Santa Catarina, de la carretera federal México-Laredo, que forma parte del proyecto Regional Gran Visión, contemplado dentro del desarrollo aeroportuario.
En julio de 2004 sólo faltaba que la Secretaría de Comunicaciones y Transportes oficializara el permiso o título de concesión a la Compañía Aeroportuaria Hidalguense, y que la Secretaría del Medio Ambiente otorgara el permiso de impacto ambiental.
Con la certidumbre de que la reserva territorial ya fue adquirida por el fideicomiso, y una vez recibidos tanto el título de concesión como el permiso de impacto ambiental, el otro paso importante del proceso era la convocatoria para promover la participación de la iniciativa privada nacional e internacional, con el fin de invertir en la construcción de la obra.
La idea era construir la etapa inicial de la terminal aérea de carga multimodal, que implica la edificación de una torre de control y el tendido de una pista, que oscilará entre cuatro y cuatro y medio kilómetros de longitud. Más adelante se haría la Terminal para pasajeros.
En fin, con el proyecto prácticamente hecho, es más fácil prometer.

renatoconsuegra@yahoo.com.mx

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