lunes, octubre 10, 2005

Nuevamente la incapacidad


A vuelapluma

Nuevamente la incapacidad

Renato Consuegra
(2005-10-10)
Publicada en el diario Rumbo de México

El lugar común dice que es al perro más flaco al que se le cargan las pulgas. Y pese a que la fuerza de la naturaleza no tiene prejuicios, cuando arremete, son los mismos pobres de siempre quienes resultan ser los más afectados, no sólo por la pobreza que los rodea, sino incluso por la desidia, desinterés o incapacidad de las instituciones del Estado que en teoría debieran protegerlos.
Primero le tocó a la emblemática ciudad, capital de la comunidad negra en los Estados Unidos, Nueva Orleáns, en Louisiana, sufrir el embate de Katrina. La falta de atención a las alertas de previsión causó muertos, desaparecidos y miles de millones en pérdidas económicas entre la población estadounidense más pobre, al grado de que aquel país “aceptó” la “solidaridad” del gobierno de México.
Pero ni porque la Nación más desarrollada se vio ridiculizada por su incapacidad para responder a sus ciudadanos ante un desastre natural, en contraste con la “efectividad” de sus ataques a otros países, en México tampoco hubo previsión.
No fueron pocos los llamados de los líderes de opinión para que las autoridades mexicanas pusieran sus barbas a remojar porque aún no termina la temporada de huracanes.
Hoy miles de mexicanos de escasísimos recursos han perdido todo, casi hasta la vida al ver que sus escasas pertenencias, obtenidas con el esfuerzo del día a día, eran arrastradas por las turbulentas aguas, por ejemplo, del río Coatán en Tapachula o en Huixtla.
Pero otros más, todavía ayer, a seis días del paso del meteoro, todavía no recibían ningún tipo de atención o ayuda, situación que propicia poner en duda los datos preliminares de los gobiernos estatales y federal, que oficialmente han dado a conocer.
Como sucede en cada caso de inmovilidad, ineficacia e ineficiencia gubernamental, pese a contar con mucho menores recursos económicos, logísticos y materiales, son los periodistas y los activistas de las diversas organizaciones civiles, los primeros en llegar a describir la magnitud de los acontecimientos o a prestar su ayuda.
Y frente a este panorama, prácticamente nadie de los integrantes de la clase política ha pensado en convocar a una misión de ayuda nacional, pues sólo piensan en las candidaturas, en los espacios de poder que deben asegurar para los siguientes años o de su retiro luego de entregar los cargos que aún ostentan.
De manera particular me llamó la atención que a poco menos de 800 kilómetros de donde fue la tragedia, por ejemplo, en Oaxaca, donde estuve el fin de semana, prácticamente nadie se movilizó, ya no para acudir al auxilio de los chiapanecos o tabasqueños, sino a las comunidades de la costa o el Istmo que fueron afectadas por Stan.
Apenas alguna estación de radio y un grupo de activistas pusieron un centro de acopio.
La insensibilidad de los políticos a los asuntos que afectan a los ciudadanos ha propiciado el abandono por los asuntos públicos.
Pero, el problema que no vislumbran quienes dirigen la política y la vida pública en el país es que cada ocasión que son rebasados por la sociedad civil, se generan cambios. Sucedió hace veinte años, tras los terremotos del 19 y 20 de septiembre.
Y el cambio fue para bien porque la sociedad civil se organizó para enfrentar y resolver los problemas inmediatos. Sin embargo, una sociedad civil desorganizada, que rebase a las instituciones del Estado, lo único que puede provocar es caos e ingobernabilidad. De esto aún no toman nota los dirigentes políticos del país.

renatoconsuegra@yahoo.com.mx

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