jueves, octubre 20, 2005

La institucionalidad

Publicada en el diario Rumbo de México

Un estudio de la UAM de diciembre de 2005, tras la alta abstención en las elecciones federales intermedias, reflejó que 72.5% de los ciudadanos no creía, no confiaba y tampoco simpatizaba con ninguno de los institutos políticos existentes en ese momento.
El problema antes, y hoy —salvo los dos nuevos partidos que entrarán en liza para las elecciones de 2006 y será entonces cuando se muestren— es que todos tienden a comportarse de manera similar, fuera de los causes institucionales de los partidos políticos.Son a la vez que agencias de colocaciones, organismos de escasa participación de sus militantes en los asuntos no sólo internos de los partidos, sino del país mismo, pues reciben línea política de sus dirigentes.
Y estos dirigentes, a la vez, la reciben de los verdaderos ideólogos o cabecillas de los partidos, que son los líderes de los distintos grupos de interés, fuera de los partidos.
Por esto, es que hoy vemos que las diversas camarillas se pelean por apoderarse de las decisiones fundamentales de los partidos, con el interés de imponer a sus candidatos a los diversos puestos de elección popular que se jugarán en julio próximo, aún a costa de sus propias reglas.
Y mientras se mantenga esta forma de “hacer” política, el descrédito para los partidos políticos y para quienes toman las decisiones fundamentales en el país será cada vez mayor, al grado que nos puede llevar a la anarquía, como sucede ahora en algunos países de la región.
De tal forma que para tratar de salvar esta situación, se debe acudir a la institucionalización de la política porque, entre otras cosas, es la institucionalidad y no la ética —aunque esta es una parte fundamental de la política— la que obliga al respeto de las reglas.
De otra forma, será la fuerza la que se imponga a las reglas y a la legitimidad, como propensión.
Así que la institucionalidad es el cálculo racional de lo que conviene o no. Es la toma de acuerdos a partir del respeto a las reglas autoimpuestas para normar la vida democrática.
Porque, además, la democracia está pensada precisamente para que los tramposos no puedan hacer trampa, porque todos tienden a hacerla. Sobre todo, los partidos. Todos tienden al autoritarismo, que es la imposición de reglas a partir de una ideología, interés o punto de vista particular.
Y en política, en la vida democrática y, ante todo, en la vida interna de los partidos, lo más importante es que acepten jugar con reglas flexibles para respetar las reglas aceptadas por todos.
Es decir, la institucionalidad es igual al respeto de reglas impuestas por consenso, flexibles, pero poderosas.
De otra forma, socavar las reglas, socavar los acuerdos propios, no es otra cosa que socavar la única forma conocida hasta hoy de convivencia igualitaria, que es la democracia. Hacerlo así, es perder institucionalidad y perder una mejor forma de convivir.

renatoconsuegra@yahoo.com.mx

No hay comentarios.: