A vuelapluma
HOY POR QUÉ TENDRÍA QUE SER DIFERENTE
Por Renato Consuegra
El médico, periodista y senador de la República Belisario
Domínguez Palencia, fue cruelmente masacrado el 7 de octubre de 1913 por
personajes cercanos al presidente Victoriano Huerta, luego de que, desde la
Cámara Alta, se convirtió en un activista en contra del régimen de quien se transformaría
en efímero dictador.
Sus discursos del 23 y 29 de septiembre son especialmente
recordados por su franqueza en la señalización de la ilegal toma del poder por
Huerta, tras asesinar a Madero y Pino Suárez.
El periodista Manuel Buendía Tellezgirón, autor de la muy
leída columna política Red Privada en el diario Excélsior, fue asesinado el 30
de mayo de 1984 por individuos ligados a la policía política del gobierno del
presidente Miguel de la Madrid.
Los temas que cotidianamente abordaba en su columna iban
desde las intrigas de la CIA en nuestro país, pasando por la crítica a la
ultraderecha pero, ante todo, sobre el narcotráfico y la corrupción gubernamental,
éstos dos últimos sucesos que ya se entremezclaban de manera francamente
visible en aquellos años.
Estaba por publicar, dicen quienes fueron sus amigos
cercanos, sobre las relaciones de políticos de alto nivel con el narcotráfico
en sus últimas columnas mencionó que obispos hicieron notar sobre la
penetración del narcotráfico en las estructuras del poder.
El asesinato de los 93 comunicadores de 2000 a la fecha, ¿por
qué tendría que ser diferente y achacársele totalmente al crimen organizado, salvo
que crimen organizado y poder político hoy se asuman como uno solo?
En la gran mayoría de ellos existe una constante: eran
periodistas incómodos para los servidores públicos de los gobiernos federal,
estatales y municipales y/o políticos y partidos.
Organizaciones defensoras de la libertad de expresión y de
los periodistas como Artículo 19, advierten que al menos en el 86 por ciento de
los casos el asesinato de los compañeros periodistas está relacionado precisamente
con funcionarios públicos, políticos o partidos políticos.
No puede dejar de manifestarse que de forma sorprendente,
varias publicaciones independientes en los estados, han sido objeto de retiro
masivo de sus ediciones de los lugares donde se expenden (Proceso documentó al
menos tres en Veracruz durante los últimos 14 meses); o la falsificación de las
publicaciones (Luces del Siglo en Quintana Roo); ataques a sus sitios de
Internet (Noticaribe, Dossier Político); o reciben amenazas directas como los
integrantes la revista Zeta o del portal de noticias Diez4 en Tijuana o sus
instalaciones son atacadas como más de una decena hubo en el último año,
precisamente cuando han sido críticos a los gobiernos estatales que tienen
silenciada a otra parte de la prensa, bajo la amenaza de retirarles la publicidad
si no repiten sólo sus boletines.
De acuerdo con un estudio realizado por Remberto Hernández,
presidente del Colegio de Periodistas de Jalisco, A.C. al mes de marzo de 2010
contabilizaba 169 de los que se tiene referencia en la historia de México, más los
25 de aquella fecha al día de hoy, en total han ocurrido 194 asesinatos de
periodistas.
Durante los gobiernos del PRI, de 1946 a 2000, época donde
prácticamente no existió competencia por el poder fuera del mismo partido,
fueron 44 los periodistas sacrificados.
En prácticamente todos ellos existe una constante. Las procuradurías
estatales tienen bien ensayado el numerito con todo y guión y antes apenas
iniciadas las investigaciones decretan: “De acuerdo con las primeras
averiguaciones del crimen, hay indicios suficientes para presumir la
participación de la delincuencia organizada”.
Pero, ante la mezcla actual entre poder político y crimen
organizado, ¿por qué habría de ser diferente a los crímenes de Belisario
Domínguez y Manuel Buendía?
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